Le Prestige

Un amor fugaz, un amor imposible.
Ella usó mi cabeza como un revólver

El sol no deja de sangrar.
La hemorragia cubre todo cuanto hay. No es su voluntad sanar.
Estoy inmerso en la inundación carmesí. Me asfixio en este mar interminable. Dicen que morir ahogado es la peor forma. No me importa.
Nada que temer, nada que perder.
Como si todo fuese tan fácil.
Como si todo fuese a acabar heroicamente.
Como si de repente el cielo fuera azul.
Como si de repente todo fuera diferente.
Qué lástima.
Recuerdo aquellos suaves deslices en el bicolor, partitura de la belleza. Reverberaba, hacía Eco. Eco. Eco.
Y como Eco, uno piensa que está ahí, pero al parecer haberle encontrado, simplemente, se esfuma.
Purgatorio de recuerdos.
En el limbo.
Ni aquí ni allá, deambulando, merodeando. Tratando de estar un peldaño más arriba. Uno más abajo.
Erosión permanente, vaivén.
Estímulo fugaz, humedad. Frialdad.
Dolor.
Como con saña, se manifiestan mis heridas. Abiertas, vulnerables.
Recuerdo aquellos suaves labios en glorioso verbo. Recto y tenaz.
Nada cambiará con un aviso de curva. O algo así.
- Uno
- Dos
- Tres
Contábamos al infinito. Contábamos con esperanza. Contábamos con nosotros.
Tal vez fue mi imaginación.
Tal vez fue una ilusión.
La Promesa.
Ves lo ordinario, ves lo real.
El Giro.
Desaparece. Lo buscas, mas no quieres saber. Quieres ser engañado.
No aplaudes. No basta con hacerlo desaparecer. Lo quieres de vuelta.
Le Prestige.

Era todo un sueño.